
El titiritero llegó a la plaza del pueblo cargado con sus bártulos. Como cada año, su corazón de llenó de un sentimiento agridulce. Los niños que jugaban en torno a la fuente se arremolinaron a su alrededor, expectantes y curiosos. Mientras montaba el teatrillo, les explicaba historias de lejanos lugares. No les hablaba de los caminos llenos de barro, de las noches solitarias, de los desprecios sufridos...
Escuchó una voz alegre y sorpre
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