¿Quién se queda con los diablillos? Cuento a partir de Infierno, columpio y armonía.
Satán había reunido a todos los diablos del infierno. Tenían una misión muy especial, pero no sabían cual.
Todos estaban expectantes cuando llegó Satán.
─¡Hermanos! ─dijo con aire solemne─, ¡nos hemos reunido hoy aquí porque quiero deciros algo muy importante!; ¡nos vamos de excursión!
Una salva de aplausos y silbidos inundó la estancia. Cuando reinó un poco de paz, Satán continuó.
─ ¡Nos vamos al parque!
En ese momento todos los diablos estaban en éxtasis.
─¡Sííí!
─¡Bieeen!
─¡Viva!
─Me alegro que os guste la idea ─dijo Satán con una extraña sonrisa.
─¿Y a cuál vamos? ─preguntaron todos a la vez.
─Al parque de atracciones El Averno ─predijo convencido Gusión─. Abrieron la semana pasada, hay una montaña rusa infernal, llega hasta el cielo y baja en picado. Mueres dos veces, ¡alucinante!
─No, no vamos a El Averno.
─Entonces será al parque El Último Suspiro ─dijo Alpiel con aire bucólico─, hay unas plantas tóxicas y pestilentes únicas, por no hablar de la charca burbujeante llena de sanguijuelas, sapos y culebras.
─¡Suena genial! ─gritó un coro de diablos.
─No, tampoco vamos a El Último Suspiro ─Satán lanzó un suspiro de derrota.
─¿Entonces…?
─¡Vamos al parque infantil! ─intentó que su voz sonara ilusionada, pero fracasó miserablemente. La cara de los diablos era todo un poema.
─¡No!, eso es de nenazas y de ángeles con arpas ─Gusión se tiraba de los cuernos.
─Pues diablos míos no hay más remedio.
─Pero yo soy un duque ─Ataroth estaba seguro de que las categorías debían servir para momentos como aquel.
─Yo tu mano izquierda ─se indignó Nebiros.
─¡Yo no voy! ─como siempre Verrier tenía que dar la nota.
─Todos iréis o sufriréis mi ira ─dijo poniendo su cara de malo malísimo.
─¿Por qué tenemos que ir a ese horrible lugar?, está lleno de toboganes, balancines, columpios, niños riendo, pajarillos cantando, es tan angelical que me da urticaria solo de pensarlo ─Alpiel se rascaba tanto que se reventaba las llagas.
─Porque las diablesas se van de fiesta y nos han encargado el cuidado de los diablillos. ─dijo Satán llanamente.
─¿Por qué se van? ─ Nebiros pensaba que aquello iba a ser peor que el Apocalipsis.
─Están hartas de tanta carne quemada, quieren carne fresca y sin cuernos, se van de striptease.
─Pero yo también me puedo quitar la ropa de forma sensual ─se ofreció Azael.
─¡Te despelotas delante de mi mujer y te mando al purgatorio! ─aseguró blandiendo amenazante el tridente.
─ Pero alguien va a hacerlo ─le contestó con malicia.
─Ya me encargaré de hacerle la muerte imposible a ese infeliz cuando llegue aquí ─dijo más para sí mismo─. Pero de momento, ¡vamos al parque! ─Satán era todo resolución.
─Me niego, me niego y me niego ─negó tres veces Nebiros mientras se golpeaba los cuernos otras tantas veces con la columna que tenía más cerca.
─Si queremos que la armonía reine en el Infierno tenemos que hacerlo.
Los diablos estaban sopesando seriamente la idea de que el caos, al fin y al cabo, no era tan caótico.
Satán comprendió que necesitaba poner toda la carne en el asador.
─Además, ¿quién es aquí el rey tirano y cruel que os gobierna?, pues…
No pudo acabar la frase, la estancia se llenó de la agradable fragancia de eau de sulfure que usaban las diablesas. Venían con los niños que ya habían terminado su clase de arameo avanzado. Y estaban listas para irse de fiesta.
Todos los diablos miraban lujuriosamente a las chicas, y un silbido se extendió por el lugar; fue un acto reflejo, el tridente de Satán saltó de sus manos a las tripas del desgraciado diablo que se atrevió a silbar.
─¡Auch!, eso duele.
El efecto fue inmediato, todos fingieron que el techo era de lo más interesante que habían visto en toda su eternidad, esas humedades eran de otro mundo.
─Bueno Luci cariño, te he dejado la cena de los nenes preparada ─Iset llevaba su vestido rojo y corto que le sentaba de muerte, y poniendo cara de madre responsable añadió─, como mis niños me digan que no los has llevado al parque, o no les has calentado la leche antes de mandarlos a la cama, o el médico haya tenido que atender a mis bebés por cualquier magulladura, nos iremos de fiesta todos los días de nuestra existencia.
Satán sudaba y rezaba porque no pasase nada. Pero ella aún no había terminado.
─Y, por cierto… ¡no nos esperéis despiertos!
Las diablesas estaban subiendo al autocar, que habían adquirido para la ocasión, mientras gritaban a pleno pulmón:
¡Si, sí, sí,
nos vamos de stripteease!
─Pero Iset cielo, no puedes dejar a los niños solos, te echaran de menos ─el chantaje emocional nunca fallaba.
Los niños tenían una sonrisa que no les cabía en la cara, ya habían planeado todas las travesuras que no servían con sus madres y estaban deseando probarlas con sus padres.
─¡Pásatelo bien mami! ─le deseó Damián con su sonrisa más inocente.
─Tráenos una mascota, un humano para poseer ─pidió Zacarías, las posesiones eran su debilidad.
─¡No!, ¡nada de posesiones! ─Satán aún se acordaba de lo que dolía un exorcismo.
─Tranquilos nenes os traeré algo que os guste ─les aseguró mamá mientras los besaba.
Y sin mirar atrás se marchó.
Antonia Gómez
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