Cuento a partir de Ventilador - Astronauta - Estantería
UNA TARDE
Sentados en una mesa del bar del Paco, aquellos hombres se escondían del sol abrasador de julio, sin necesidad de mediar palabra. El sopor del verano y el aleteo de las aspas del ventilador con su monótono ritmo, les amodorraba. El menos viejo despertó tras un breve cabeceo y pidió una ronda. El mayor tenía la mirada estancada en un muñeco de la estantería. Cuando se acercó Paco con las cervezas, le espetó:
—¿Qué es ese muñeco? ¿un astronauta? — preguntó algo incrédulo.
—¿Te molesta? —contestó con tono medio dolido.
— No.
—¿Entonces?
El viejo se encogió de hombros. Paco se acercó a la estantería. Ya casi lo había olvidado. Con un soplo le quitó algo del polvo acumulado durante años, y un poco más con la manga de la camisa. Luego lo dejó en su sitio y regresó a la barra. No tenía que dar explicaciones a nadie. A ellos ni les iba ni les venía… No les importaba si con él viajó a mundos imaginarios para escapar del pueblo, si su ilusión era ver mundo y tocar las estrellas.
Contempló aquellas dos almas arrugadas que mataban las horas en su bar. Casi formaban parte del mobiliario. Quizás había sido un poco brusco. Total, sólo pretendían algo de conversación…
—Me hace compañía cuando no estáis —añadió mientras les ponía unas olivas.
Ambos asintieron con la pesadumbre de la comprensión. Uno recordó la ausencia de su esposa. El otro la de hermanos y padres. Quedaron con la mente vagando en el pasado. Así pasaron la tarde.
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