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UN MUNT DE MOTS

TESOROS

TESOROS

 

Caminaba hacia su casa, con el carro de la compra, cuando vio un montón de libros tirados al lado de un contenedor de basura. Al principio pasó de largo, pero algo le hizo volver atrás. Había cuatro cajas llenas de libros. Eran viejos, pero estaban en buen estado. La mayoría eran libros infantiles. Había un cuento precioso de La Bella y la Bestia, relatos de aventuras de piratas y espadachines, fábulas de zorros y conejos... No podía dejarlos allí, tirados al lado de la basura, así que cogió todos los que pudo y regresó cargada a casa.

 

A partir de aquel momento, cuando pasaba al lado del contenedor, sus ojos se deslizaban sin poderlo evitar. Descubrió un reloj de cerámica blanca con adornos dorados, milagrosamente intacto. No funcionaba, pero decoraba con elegancia el salón. Día tras día, realizaba nuevos hallazgos: un pendiente solitario que lanzaba hermosos destellos, un gatito de peluche, de rayas negras y grises y alegres bigotes, con un agujero en la panza por la que se le escapaba el algodón, una muñeca desnuda a la que le faltaba el brazo, una llave que abría una puerta desconocida... Llegaba a casa con el carro cargado hasta los topes y subía las escaleras con dificultad. Las estancias de la casa resplandecían con la belleza de los objetos por otros despreciados.

 

Había gente que se reía y la llamaba vieja zarrapastrosa, pero ella sabía la verdad: rescataba del olvido valiosos tesoros, y les daba todo el amor y la admiración que merecían.

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