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UN MUNT DE MOTS

ÀUDIOS

EVOLUCIÓN

EVOLUCIÓN

Tras años de investigación lo consiguieron. Esperaban que no fuera demasiado tarde. El satélite IHVH iba a ser lanzado esa misma noche. Se lo jugaban todo a una carta. No había tiempo de volver a empezar si fallaba algo. Este mundo que agonizaba no podía esperar más. Al satélite le costaría más de un año recopilar toda la información necesaria. ¿Llegaría a tiempo para poder revertir los efectos de la contaminación? ¿Se descubriría una escapatoria o el planeta estaba condenado?

El punto crucial del IHVH había sido el almacenamiento de los ingentes datos que tenía que captar. Necesitaban una capacidad de miles de petabytes en un espacio mínimo. Tuvieron que desarrollar la genemática, el uso de ADN vírico como memoria informática. El sistema binario sólo tiene dos opciones, 0 y 1, mientras que el código genético usa cuatro bases. Cualquier capacidad imaginada en sistema binario queda elevada al cuadrado con el código genético, y todo a un nivel microscópico. Además, el ADN permite generar miles de copias de forma casi automática. Esto resultaría ideal para distribuir a todos los equipos de investigación del planeta la información recogida por el IHVH.

El cohete se elevó. Millones de esperanzas seguían su vuelo mientras fue visible a simple vista. Durante muchas noches la principal obsesión de la gente era intentar ver el IHVH pasar sobre sus cabezas. Les daba cierta seguridad pensar que estaba registrando datos de su entorno en ese momento. Necesitaban aferrarse a algo para afrontar cada día los problemas respiratorios y de piel. Todo el mundo llevaba esquemáticas cartas celestes con las trayectorias y los horarios del satélite. Nadie salía de noche sin prismáticos. Floreció un pequeño mercado negro cuando empezaron a escasear. En los momentos de paso todos los vehículos se detenían y los ocupantes bajaban para unirse a los peatones a mirar al cielo. Ventanas y balcones se llenaban de gente. No importaba que fuera una hora intempestiva.

Cuando los medios de información dieron la noticia todo el mundo ya lo sabía. Algo malo había pasado. Hacía diez horas que nadie había visto desplazarse el tenue brillo del IHVH por donde era esperado. Nunca se supo la causa. Se sospechó que había chocado con algo que lo había sacado de su órbita. Aún estuvieron a tiempo de localizarlo a través de los grandes telescopios antes de perderse el último destello de esperanza en la oscuridad del cosmos.

Se intentó enviar otro satélite, pero si ya se temía no llegar a tiempo con el primero, nadie dudaba que era demasiado tarde para el segundo. Cada vez más personas buscaban el suicidio saliendo sin mascarilla a la calle. Se dejaba de lado todo freno social a la hora de practicar sexo con quien quisieran y cuando quisieran. La gente empezó a gastar todos sus ahorros en los caprichos siempre soñados y nunca alcanzados.

Mientras, el IHVH seguía su improvisada ruta de miles de años hasta que fue captado por la gravedad de un sistema estelar. Cayó sobre uno de los planetas de ese sistema. El satélite se desintegró con el roce de la atmósfera. Sólo la estructura protectora de la memoria de ADN permitió que ésta llegara de una pieza al mar de este nuevo mundo.

Tras miles de años de corrosión el ADN quedó liberado y empezó a replicarse y a mutar, ya que en el mar encontró los elementos necesarios para desarrollar la vida. Pasaron millones de años y evolucionó hasta llegar a ser entes vivos como tú, querido oyente, hijos de IHVH.

¿Volveremos a desaprovechar nuestro planeta?

 

Pere Miquel

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Audio: https://www.ivoox.com/microrrelatos-evolucion-039-audios-mp3_rf_1430476_1.html

Adaptación radiofónica: https://www.ivoox.com/microrrelatos-evolucion-039-audios-mp3_rf_1430476_1.html

EL VIEJO GUERRILLERO

EL VIEJO GUERRILLERO

El anciano está sentado en el parque junto a la pared cubierta de hiedra. Ha ido a buscar la sombra. Ya empezaba a notar el calor del sol en la cabeza mientras vigilaba a dos de sus nietos, los otros ya son mayores. Pronto también traerá al bisnieto. Vivir tantos años!..., quién lo iba a decir. Hoy en día la medicina hace milagros. Nunca tuvo buena salud y, sin embargo, ha llegado a una edad respetable.

Y ha sobrevivido a las guerras, que no han sido pocas. Empezó a ser guerrillero de joven, luchador por sus ideas donde hiciera falta, no importa el país. Aún se ven jóvenes con camisetas que llevan su imagen barbuda. Recuerda aquella barba mientras se acaricia la mejilla recién afeitada. Si supieran que no murió cuando se dijo. Que el eterno enemigo imperialista ganó la partida. O tal vez ya no era tan joven y el pragmatismo se impuso. Demasiados años de lucha.

Le ofrecieron una única salida: una muerte simulada, o acabarían con él tarde o temprano. La vida a cambio de desaparecer. No valía la pena seguir. Eran un mosquito picando a un león: le hacían sangre pero no conseguían nada más. De haber seguido, no habría conocido a estos nietos que juegan ahora y que dan sentido a su vida. De joven pensaba que su lucha era para que tuvieran un mundo mejor, pero todo era fanatismo. No está tan mal el mundo de hoy. Aunque cree que tal vez consiguió cambiar algo con sus acciones. Aún se vanagloria para sus adentros de haber sacudido el mundo con dos aviones hace unos veinte años.

Audio: http://www.ivoox.com/microrrelato-el-viejo-guerrillero-audios-mp3_rf_770937_1.html

EL MAESTRO ISÀ

EL MAESTRO ISÀ

(Pere Miquel)

 

–Venerable Lobsang, cuéntame otra vez como fue cuando de joven marchaste lejos, muy lejos, a países de los no creyentes a encontrar a nuestro Maestro.

—Ya te lo he contado mil veces, Satyakama. Pero no me importa, sé que te gusta volver a oírmelo explicar. Por entonces no sería mayor que tú, y aún disfrutaría durante muchos años de la luz que le falta ahora a mis ojos. Esperábamos el nuevo nacimiento de Krishna, ¡un dios viviente!, no la simple reencarnación de un lama. Sería cuando se produjera la conjunción, la unión en el cielo, de Júpiter y Saturno en Piscis tres veces seguidas el mismo año.

El lama Gas-Bar me propuso, como alumno suyo, que le asistiera durante el viaje. Aún se me humedecen los ojos al recordarlo… ¡Ir al encuentro de Krishna! Viajaríamos con el lama Mei-Tsong, acompañado también por uno de sus acólitos, y con el astrólogo Baal Tsar.

Según Baal Tsar debíamos partir desde Cachemira hacía el país de los yadus, donde habría sido el nacimiento. Viajamos hasta Samarcanda para unirnos a una caravana que iba a Palmira. Llevaban productos de China para venderlos a los rumíes. Desde Palmira aún necesitamos diez días de viaje para llegar a donde los escritos antiguos y las estrellas indicaban que encontraríamos a Krishna.

El niño ya tenía más de un año. Era el tiempo que había pasado desde la primera conjunción planetaria. Era un príncipe de aquellas tierras, pero un príncipe sin corona. Aquel era un reino conquistado por los rumíes.

Le mostramos objetos personales de su última reencarnación junto a otros similares para poder confirmar si elegía los correctos: escogió su rueda de oración de oro de entre las otras que le mostramos y empezó a usarla como improvisado sonajero; eligió el perfume de mirra, preferido de Krishna; también cogió en seguida el braserillo de bronce para quemar resinas con el mandala que él mismo había diseñado en su anterior vida, ignorando los otros que le mostrábamos…

No lo volví a ver hasta que tuvo la edad de cuarenta años, pero sé que siendo muy niño fue traído a la lamasería Hemis para su educación. Yo, en esa época, estaba en el Potala. Me habría gustado tanto acabar mi noviciado junto a sus primeros pasos… Cuando llegó a edad adulta volvió a su reino. Aquellos bárbaros estuvieron a punto de matarlo. Fue entonces cuando regresó a Srinagar para recuperarse… y quedarse. Yo también vine a buscarlo, y ya no volví a separarme de él. Cuando nos encontramos dijo que me recordaba de cuando era niño. Siempre he creído que me lo decía con sinceridad, aunque algunos lamas me provocaban diciendo que era imposible que se acordara de mí a tan tierna edad, que forzosamente alguien le había comentado mi aventura juvenil de su búsqueda. No sé… no sé…

Las enseñanzas del Maestro difícilmente las podrás aprender de un libro. Él te las hacía vivir. También nos enseñaba a curar a los enfermos con la fuerza de la oración. Si estuviera vivo no dudo que me habría curado la vista, aunque siempre decía que no hacen falta ojos para ver la Verdad.

Satyakama, creo que ya es hora de ir a orar. En otro momento continuaré explicándote mi historia con el maestro Isà, Yeshuá ben Yosef para los yadus hijos de Israel, Khristós para los griegos, Jesús hijo de Panthera para los rumíes…

Audio: http://www.ivoox.com/microrrelato-maestro-isa-audios-mp3_rf_472652_1.html